Oh, aquí
pondré mi descanso eterno y sacudiré
el yugo de las estrellas enemigas
quitándolo de esta carne harta del mundo.
Ojos, mirad por última vez,
brazos, dad vuestro último abrazo,
y vosotros, labios, puertas del aliento,
sellad con legítimo beso
una confesión sin término a la muerte rapaz.
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